El "Tango en Skai" de Roland Dyens es una obra singular que desafía, desde su título, cualquier intento de encasillarla dentro de las normas de la música clásica o el tango tradicional. En su esencia, es un guiño, un juego irónico que Dyens propone al oyente, tomando el corazón melancólico del tango y envolviéndolo en un manto de humor y virtuosismo. Es una pieza que exige ser interpretada con una mezcla de precisión y desenfado, y que logra capturar la esencia de su compositor: un músico audaz que nunca se tomaba a sí mismo demasiado en serio.
El título: una ironía elegante
El nombre "Tango en Skai" ya nos da la primera pista del ingenio de Dyens. El término Skai se refiere a una imitación de cuero, lo que sugiere una especie de parodia o falsificación del tango auténtico. Esto, lejos de ser una crítica, es una celebración juguetona de la cultura musical. Como si Dyens nos invitara a una fiesta donde se honra al tango, pero con un guiño pícaro, subvirtiendo nuestras expectativas desde el inicio.
Un tango, pero no como lo conoces
A primera escucha, el tango está ahí: el pulso marcado, el compás que remite a las pistas de baile porteñas. Pero hay algo diferente. Este no es el tango de Gardel ni el que te envuelve en la nostalgia del arrabal. Es un tango filtrado por la lente de Dyens, quien, con su habitual humor, introduce elementos que rompen con la tradición, casi burlándose del dramatismo inherente al género. Cada compás parece decirnos: “Sí, es un tango… pero no del todo”.
La pieza está llena de pequeños toques irónicos: cambios bruscos de dinámica, acentuaciones inesperadas y esos rasgueos que, más que acompañar, parecen comentar la acción como si la guitarra fuese un personaje en una obra teatral. Es como si Dyens tomara prestados todos los clichés del tango, solo para transformarlos en algo nuevo, algo ligeramente caricaturesco pero profundamente respetuoso al mismo tiempo.
Técnica y teatralidad: un dúo inseparable
Si algo caracteriza el trabajo de Dyens es la manera en que transforma la guitarra en un actor dramático. En "Tango en Skai", esta cualidad se despliega en todo su esplendor. El guitarrista debe dominar no solo las técnicas de ejecución, sino también el arte de la narración musical. Rasgueos rápidos, arpegios brillantes y ese juego constante entre el silencio y el estallido sonoro convierten a la pieza en una especie de danza donde la guitarra es tanto la bailarina como la coreógrafa.
No es suficiente tocar bien; la obra exige una performance. Cada gesto, cada pausa, cada cambio de ritmo sugiere que la guitarra está contando una historia que va más allá de las notas escritas. Es como si, en medio de la elegancia que caracteriza al tango, hubiera un destello de comedia slapstick, una travesura oculta en cada acorde.
La estructura: contrastes que hablan
"Tango en Skai" está llena de contrastes. Pasajes de velocidad vertiginosa se entrelazan con momentos más íntimos y melódicos. Este juego de opuestos le da a la pieza una fluidez casi cinematográfica, donde la acción sube y baja, y el oyente es arrastrado de una emoción a otra. Dyens juega con la estructura de la obra como si fuese un rompecabezas, construyendo un tango que, aunque mantiene el esqueleto rítmico del género, se desliza constantemente hacia terrenos inesperados.
Los cambios de métrica y las variaciones de acentuación refuerzan la idea de que estamos ante una obra que se resiste a ser definida. Es un tango, sí, pero es también una broma, una declaración de amor a la guitarra y al virtuosismo, todo al mismo tiempo.
La interpretación: entre la broma y el virtuosismo
Interpretar esta obra no es tarea fácil. Requiere no solo una técnica impecable, sino también una comprensión profunda del humor de Dyens. Es necesario caminar esa delgada línea entre lo serio y lo cómico, entre la precisión y la flexibilidad. "Tango en Skai" invita al guitarrista a ser un actor, a darle vida a esa ironía sutil que atraviesa toda la pieza. Y, sin embargo, detrás de ese velo de humor, hay una belleza innegable. Dyens nos recuerda que, incluso en la burla, puede haber profundidad.
Un tango para el siglo XXI
El "Tango en Skai" de Roland Dyens es más que una simple pieza de repertorio para guitarra. Es una obra que desafía las convenciones, que juega con las expectativas del oyente y que celebra la música con una sonrisa en los labios. Es un tango que se burla de sí mismo, pero que al mismo tiempo rinde homenaje a la tradición que lo inspiró. Como toda buena obra de arte, nos invita a escuchar con nuevos oídos, a reírnos un poco de nuestras propias suposiciones y, sobre todo, a disfrutar de la música en toda su complejidad y sencillez.
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